martes, 22 de junio de 2010

Guatemala: El año de las bestias

El año de las bestias

Los esbirros de los años de la violencia.
Miguel Ángel Albizures
Se podría decir que 1980 fue el año de las desapariciones forzadas, de los asesinatos indiscriminados de dirigentes sindicales, campesinos, estudiantiles, religiosos, periodistas, de pobladores hombres y mujeres que estaban en la mira de las estructuras de la muerte implementadas por el Estado de Guatemala para frenar el avance del movimiento social que en sus narices se había recompuesto del exterminio de 1954.

El 21 de junio es un día de conmemoración, pero también lo es enero por la masacre de la Embajada de España o lo podría ser el Primero de Mayo de ese aciago año cuando los esbirros se dedicaron a la caza de sindicalistas para después arrojar los cadáveres en las calles o desaparecerlos sin que hasta el momento se vuelva a saber algo de ellos. También podría decirse que es el 24 de agosto, porque fue el día del allanamiento a las instalaciones del Centro de Retiros Espirituales de Emaus, en Palín, Escuintla, en donde detuvieron y desaparecieron a 17 compañeros. Así podríamos continuar mes por mes y hasta día por día poniéndole el nombre de uno de los héroes y mártires caídos que por esas fechas empujaban el carro de la historia con el afán de construir una Guatemala diferente, pues era, como se repite en las marchas, tras la vida que iban para evitar la muerte violenta en el futuro.

¿Se le puede llamar bestias a los esbirros de ese tiempo?, ¿se les puede llamar salvajes?, ¿criminales?, asesinos?, ¿cómo se le puede llamar a quien secuestra, tortura, asesina, descuartiza, desaparece seres humanos?, ¿qué explicación han dado a sus hijos de lo que hicieron aquellos años? Todos ellos se regocijaron, fue su año, el botín de guerra ha de haber sido múltiple en los allanamientos a sedes y casas que vaciaron. Hay animales y animales, bestias y bestias, estos últimos son aquellos que en 1980 hicieron de las suyas, torturaron, desaparecieron, golpearon, crucificaron a seres humanos. Los primeros no son tan salvajes como lo son estos que prestaron servicio en esos años y que por el botín de guerra y la paga para vivir quitaron la vida a dirigentes sociales. Estos son los mínimos hechos acontecidos en 1980 de lo cual dan cuenta cientos o miles de familiares que lloran la ausencia, que quieren saber la verdad de los hechos y que siguen esperando que la justicia brille en el cielo guatemalteco y esperando que el Congreso apruebe la Ley 35-90 para constituir la Comisión de búsqueda de los detenidos desaparecidos de la Central Nacional de Trabajadores y de los miles de hombres y mujeres que corrieron la misma suerte.
Fuente: www.elperiodico.com.gt

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