jueves, 1 de julio de 2010

La metralla reemplazó al diálogo.

Un ejemplo de autenticidad

La metralla reemplazó al diálogo.
Miguel Ángel Albizures
Silenciosamente, sin mucha palabrería, sin fogosos discursos, casi podría decirse en el anonimato de aquellos que hacen del Evangelio un compromiso, el padre Hermógenes con su sencillez a cuestas, recorría las aldeas de su parroquia en San José Pinula. Era como aquel hombre que se recorría los pueblos de Jerusalén, dando un mensaje de liberación a su pueblo, curando enfermos, insertado en su propia realidad, denunciando injusticias y transformando poco a poco con su sabia palabra, la sociedad injusta de su tiempo.

Su voz tranquila y la seguridad de aquel que lleva una vida de servicio sin pretensiones, sin orgullo, reflejaba la honradez y la entrega desinteresada a los niños para quienes vivía, a los campesinos por quienes poco a poco iba muriendo en la mente de los esbirros que segaron su vida y que se envilecieron con su sangre. El padre Hermógenes, fue asesinado entre el bullicio de la toma de posesión de Lucas García y a pocas horas en que el pueblo escuchaba los discursos de políticos demagogos que ofrecían paz, justicia y trabajo y sembraron la muerte. Esa festividad, quiso opacar la muerte de uno de los hijos del pueblo, nacido para vivir en el corazón de los más humildes, de los pobres a quienes se entregó hasta caer vilmente asesinado. Nada impidió la protesta contra quiénes fueron responsables de su muerte, porque nada puede impedir la repulsa de los sectores populares ante el asesinato cobarde y vil de uno de los hombres que hizo causa común con su pueblo. El padre Hermógenes, con su característica sencillez y su voz pausada la emprendió valientemente contra las empresas lecheras y contra la Compañía de Aguas, S.A. que pretendía explotar las cuencas de los ríos útiles a esa región y apenas un día antes de su asesinato, el 29 de julio de 1978, apareció su humilde petición de que el Ejército fuera suprimido.

A esas compañías que les dolía su presencia, no les valió de nada sus ofrecimientos, sus halagos, sus regalías, para silenciar la voz de un hombre que gritaba la injusticia, que denunciaba las arbitrariedades, que vivía como pobre al servicio de los pobres. La metralla reemplazó al diálogo, la emboscada era el camino para cortar de tajo toda una vida que afectaba sus grandes intereses. El padre Hermógenes fue la continuación de un Evangelio hecho vida, un Cristo encarnado en su pueblo, que en pleno siglo XX compartió los sufrimientos y las penalidades de su gente, los campesinos y los niños, por quienes derramó su sangre para abonar su milpa y para que surgieran aquellos que hoy en día asumen su responsabilidad histórica y es porque ayer, Día de los Mártires, las nuevas generaciones recorrieron las calles levantando las banderas de justicia y libertad.

1 comentarios:

  1. Gloria Morales: (2010-07-01 12:59:32 horas)
    Me acuerdo muy bien de la noticia de la muerte del Padre Hermógenes, era joven, pero ese fue uno de esos crímenes que iniciaron este vía crucis de Guatemala. Un hombre sencillo prodigando amor a su prójimo no servía para los intereses de los malditos ricos en Guatemala. Esos son los mismos que tienen a nuestro país de rodillas. Los mismos que han matado a los Musa, a Rosemberg y a cualquiera en Guatemala. Esos millonarios que no piensan en nada más que en quitar de su camino a quien le estorbe. El Padre Hermógenes será canonizado porque fue un testigo fiel del amor de Cristo. Al Pueblo de San José Pinula un gran abrazo y espero que los católicos y todos en general, tomen de ejemplo su vida.
Fuente: elperiodico.com.gt

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