Fotos Asociación COMUNICARTE
La masacre de Las Dos Erres –II–
Por Miguel Ángel Albizures -
Fuente: www.elperiodico.com.gt
Esto es lo que niegan quienes quieren olvido, borrón y cuenta nueva: “Después de reunir a toda la población, sobre las seis de la mañana los jefes de la patrulla consultaron por radio con el mando superior, una vez recibidas las órdenes, informaron al resto de la tropa que se iba a proceder a ‘vacunar’ (se referían a matar) a los pobladores después del desayuno. Como a mediodía, los kaibiles comienzan a ‘vacunar’ a los niños. Los juntaron, aunque no a todos. A las dos de la tarde, arrojan vivo a un pozo seco a un recién nacido de tres o cuatro meses de edad. Es el inicio de la masacre. Todos los menores fueron ejecutados con golpes de almágana en la cabeza, mientras a los más pequeños los estrellaban contra los muros o los árboles, sujetándoles de los pies; luego eran arrojados al pozo. Entre tanto, los hombres, mujeres y algunos niños seguían ‘encerrados en las iglesias y en la escuela y sólo se escuchaban sus rezos y plegarias’. Además, ‘comenzaron algunos especialistas a violar a las niñas menores de edad’”.
Según consta a quien esto escribe y según el informe de los antropólogos argentinos que realizaron las exhumaciones, cuando empezaron a sacar las osamentas del pozo llamado de la “vergüenza”, primero estaban los hombres, después las mujeres y por último los niños, lo que indica que intentaban sacar información a los hombres, mientras asesinaban a sus hijos, hermanas y esposas. Un informe que nunca se conoció en aquellos días fatídicos y que comprueba la masacre, dice lo siguiente: “A finales de diciembre la embajada estadounidense recibe la noticia de lo acontecido y envía una misión compuesta de tres delegados para averiguar lo que pasó en Las Dos Erres. ‘Dos Erres consiste en casas y grupos de casas; todas han desaparecido y muchas han sido quemadas. Los oficiales del Ejército dicen: ‘Ha sido la guerrilla que se llevó a la gente’, pero otra fuente informó a la misión que el Ejército fue responsable de la desaparición de la gente en el área’”. La misión norteamericana concluye: “Basándonos en la información reportada por la fuente… y las observaciones en el campo el 30 diciembre, la embajada debe concluir que la parte que aparece responsable para este incidente es el Ejército guatemalteco”.
A pesar de que la embajada norteamericana estuvo informada sobre los hechos ocurridos en Las Dos Erres, no hay noticias sobre reacciones del Gobierno de los Estados Unidos, el silencio es parte de su complicidad en el genocidio acontecido en Guatemala, pues al igual tenía información de muchas otras masacres. Continuará.
Masacre Dos Erres –III– final
“No podíamos dormir”.
Por: Miguel Ángel Albizures
25-02-2010
Hoy, Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas, finalizamos estos artículos con las palabras de un ex kaibil: “La ejecución terminó como a las cinco de la tarde y cerramos el pozo. Al finalizar la ejecución quedamos listos para ir a cenar”. Sí, podían ir a comer tranquilos. En el pozo habían quedado 162 osamentas y entre ellas las de 67 niños “guerrilleros” entre 1 y 14 años. De esos niños y niñas salvajemente asesinadas, tenemos las fotos acompañados de su maestra cuando recibían educación cívica, con el brazo a la altura del pecho, posiblemente cantando ‘Guatemala feliz que tus aras ...’ y otra, en donde están marchando entre las piedras frente a la galera que les servía de escuela. En una entrevista que hice a los kaibiles, les pregunté que les había llevado a declarar contra sus compañeros y contestaron: “no podíamos dormir, tenemos hijos y nos recordábamos de lo que hicieron con los niños”.
Un testigo sobreviviente dice: “El día lunes 13 de diciembre a los 7 días de ocurrida la masacre yo ingresé a las parcelas para buscar a mi familia… no se encontraba gente caminando ni mucho menos trabajando… luego al pasar por el caserío más poblado del parcelamiento, se observaron algunos perros ladrando en los guamiles, también prendas de vestir de damas, caballos y reses amarrados, al llegar a la primera casa que estaba en la parcela de mi papá, un poco después encontré muerta una señora que le llamábamos doña Naya, posteriormente llegué a la casa donde vivíamos, sólo encontré la cédula de mi papá y maíz y fríjol regado en el suelo, al seguir buscando en los guatales en la aguada donde íbamos a traer agua, ahí se marcaban cantidad de huellas de botas de las que usaban los soldados del Ejército. Viniendo ya de regreso como a unos 40 metros del camino hacia adentro de la montaña encontré a un grupo de hombres muertos, todos boca abajo formando un círculo como de 12, ahí estaban mi papá, mis hermanas: Elsa Oralia, Irma Consuelo, Edgar Rolando de 18, 15 y 11 años… Por la tarde regresé a Las Cruces, con el corazón destrozado”.
Tiempo después de las exhumaciones, se procedió a la exposición de los restos. Era difícil creer lo que había sucedido, familiares sobrevivientes y vecinos, desfilaban en silencio ante las osamentas y ropa expuestas a lo largo de la Iglesia de la aldea Las Cruces, a la que perteneció el parcelamiento del cual no queda nada, más que el pozo de la vergüenza. Quienes no creen, no se preocupen, no vamos a seguir intentando tocar su conciencia para que entiendan la necesidad de aplicar la justicia.
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