jueves, 26 de agosto de 2010

Guatemala: La niñez desaparecida

La niñez desaparecida

¿Dónde quedaron sus cuerpos?
Miguel Ángel Albizures

Entre los datos de 45 mil personas detenidas desaparecidas durante el conflicto armado, y especialmente en la década de los ochenta, se dieron por lo menos 5 mil casos de niños y niñas que fueron arrebatados de las comunidades, y fueron llevados a casas cuna, o a casas de militares o patrulleros, cientos fueron entregados en adopción,  muchos de ellos fueron asesinados. Y es precisamente lo que se quiere saber, en dónde quedaron sus cuerpos o a quienes fueron entregados.

Para ello se formó la Comisión Nacional de Búsqueda de la Niñez Desaparecida, que no hizo mayor cosa, y que según parece no funciona más. En el Congreso la Ley 35-90 de búsqueda de personas detenidas desaparecidas, no ha prosperado, como muchas otras iniciativas de ley,  porque para las bancadas es más importante mantenerse ocupadísimos en interpelaciones a ministros, que discutir aspectos que nos lleven a enfrentar con valentía nuestro funesto pasado, o crear instrumentos legales que nos permitan vislumbrar un futuro diferente, para que las nuevas generaciones puedan vivir y desarrollarse, sin el pánico de la inseguridad que hoy ven a cada instante.
Así, permanece engavetada en el Congreso la iniciativa de ley que declara el 25 de agosto como Día Nacional de las Niñas y los Niños Víctimas del Conflicto Armado, que tiene ya el visto bueno de la comisión respectiva pero que no les da la gana discutirla.

Por ello, el día de ayer en el Palacio Nacional de la Cultura se rindió un homenaje a Narcisa Corazón Jerónimo, peticionaria ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien ante un público expectante que escuchaba incrédulo, planteó que jamás le van a sanar las heridas que tiene porque sus padres, hermana, abuela, tíos y sobrinos, fueron asesinados en la masacre del Plan de Sánchez.
 En medio de las frías paredes del Palacio, le espetó con fuerza a la audiencia: ¡quiénes son ellos para quitarle la vida a mi familia!, refiriéndose a los soldados que en 1982 le apuntaron con sus armas y le dijeron que no se moviera, mientras preguntaban por sus padres y, según lo contó entre lágrimas, los soldados empezaron a “arrear” a las víctimas como si fueran animales, mientras los niños gritaban y nadie los auxiliaba. ¡Lo que viví tampoco se lo desea a nadie!, aseguró, pues lo cuenta para que nunca más estos hechos vuelvan suceder en el país.

Narcisa Corazón es ahora una de las trabajadoras del Ministerio de Relaciones Exteriores y ahora como Embajadora de la Paz, espera y exige que se vuelvan los ojos hacia atrás, que se asuma la verdad de los hechos ocurridos, que se haga justicia y que se ponga fin a la discriminación que ella ha sufrido en carne propia.
Fuente: www.elperiodico.com.gt

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