jueves, 8 de abril de 2010

¡Hasta cuándo!


¡Hasta cuándo!

Un Congreso mediocre, que engaveta leyes.
Por: Miguel Ángel Albizures
Muchos nos preguntamos cuál es en realidad el aguante de nuestro pueblo, de todos nosotros los que estamos viendo que la patria se derrumba en pedazos, que cada día nos cae encima un ladrillazo y no hacemos nada, unas veces logramos hacernos los quites, pero otras nos dan en toda la torre y nos arrebatan un poco de vida, de alegría, de alcanzar la satisfacción por la obtención de algo que necesitamos y nos seguimos aguantando, esperando el próximo pencazo.

Desaparece el azúcar y la buscamos desesperadamente, pagando lo que sea por una libra de 14 onzas. Sube el precio de la electricidad y nada importa. Los pilotos y los dueños de buses hacen su agosto día a día y antes de la cinco de la tarde ya no hay bus de un quetzal, sino de tres, cinco o más por el pasaje y los empresarios tienden la mano para recibir miles de quetzales diarios por unidad y el subsidio millonario que les regala el Gobierno. El precio de la gasolina se dispara, y no pasamos de lamentarnos. Y qué decir del precio de la canasta básica, nada, pues para una gran mayoría ni lo básico, ni lo indispensable es posible y miles de hogares se quedan con la canasta vacía, mientras otros, los llamados miembros de la clase media, están condenados a engrosar las filas de los pobres y posiblemente se unan a los que invaden terrenos.

Tenemos un Congreso mediocre con varias leyes importantes engavetadas, que podrían servir para desarrollar la seguridad ciudadana, fortalecer el sistema de justicia y otras para generar recursos para la inversión en educación, salud y vivienda. Sabemos que es un Parlamento que no responde a las necesidades del pueblo que los eligió, sino a los intereses de quienes pagaron su campaña política, pero no hacemos nada para que cumplan con su función.

 Y, ¿qué hacer ante todo esto? Hay que subvertir el orden establecido, tirar la indiferencia al carajo y aunque el silencio sea fuerte, hay que acompañarlo de la protesta activa y exigir que se gobierne para quienes se debe gobernar y no para quienes siempre lo han hecho. Ladrillazo que nos recetan, ladrillazo que les regresamos para que aprendan que no pueden seguir actuando impunemente. Hay que acorralar, en el buen sentido de la palabra, a los y las diputadas para que cumplan con su función. Hay que denunciar a los corruptos, a los evasores, así como a los traficantes y especuladores. ¡Que estoy llamando a la subversión! Es cierto, porque este orden establecido e impuesto por ellos, hay que subvertirlo a como dé lugar.
Fuente: www.elperiodico.com.gt

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